Individuo, Familia y Sociedad
A partir del año 1989 es cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas,
aprueba por unanimidad, la Convención Internacional Sobre los Derechos del Niño
(CIDN), con lo que se logró transformar necesidades en derechos; es decir,
antes, el niño tenía necesidad de educación y salud, después de la Convención
tiene derecho a la educación y a la salud. La diferencia reside en la
exigibilidad de esos derechos, al reformular de manera definitiva las
relaciones entre la infancia y la ley. Se abandonó el concepto de niño como
sujeto tutelo para adoptar el concepto del niño como sujeto de derechos,
entendiéndose por tal, “la habilitación para demandar, actuar y proponer”
(LOPNA). Sin embargo, es a partir de 1990 cuando Venezuela ratifica la
convención y la hace Ley de la República mediante la Gaceta Oficial Nº 34.541
y, asume con los niños y adolescentes del país el compromiso de brindarles
protección integral.
En tal sentido, la Convención en su preámbulo dice
expresamente que “el niño, para el pleno y armonioso desarrollo de su
personalidad, debe crecer en el seno de la familia, en un ambiente de
felicidad, amor y comprensión”.
No obstante, la composición familiar ha cambiado de forma
drástica a partir de la industrialización de la sociedad. En los últimos
tiempos se ha desarrollado un considerable aumento de la tasa de divorcios; el prototipo
familiar es monoparental, es decir, representada por el padre o la madre, en el
pasado producto del fallecimiento de uno de los dos; en el presente, padre o madre
casado en segundas nupcias, familias sin hijos, divorcios y, en muchos de los
casos las mal llamadas “madres solteras”.
Por lo tanto, hoy día, el concepto de familia es analizado
desde diversas perspectivas. Así, es visto desde los ámbitos sociológico,
jurídico, ético, biológico y psicológico. Sin embargo, para poder interpretar
en forma exacta lo que es la familia conviene conocer tanto el significado
etimológico del término como el origen y evolución de la misma a través del
tiempo. De acuerdo con Aveledo (1985):
La
palabra castellana familia proviene del latín “familia”, de “famulus”. A su vez
la voz latina “famulus” deriva del osco (lengua de un antiguo pueblo de Italia
Central) “famel” que quiere decir siervo, y más remotamente del sánscrito
(legua sagrada de los brahmanes o sacerdotes que forman la primera de las
castas hereditarias de la India), “vama”, que significa habitación, casa.
Partiendo de esta etimología, en la antigüedad se consideraba familia al
conjunto de personas y esclavos que habitaban con el señor de la casa.
Sin embargo, a través del tiempo, cada civilización ha
tenido su propia concepción de la familia, en concordancia con sus creencias
religiosas, sus costumbres y su sistema de vida. Así, se han venido presentando
diversas formas de organización familiar de acuerdo a la realidad social, económica
y política de cada cultura, entre ellas: familias extendidas, amplias en estructura,
funciones y jerarquías donde conviven abuelos, abuelas, padres, madres, hijos,
nietos, entre otros. Familia nuclear, constituida por padre, madre e hijos.
Familias monogámicas, siendo aquella en la que la pareja mantienen el respeto y
la fidelidad mutua. Familias heterogámicas donde cohabitan más de dos personas simultáneamente,
según sea el caso o la cultura.
En tal sentido, no se puede estudiar al individuo en su
dimensión exacta, a no ser a través de su estructura familiar. Pues, el mundo
de sensaciones, percepciones, sentimientos, emociones, reflejos y aprendizajes
que implica el desarrollo integral del ser humano, se inicia en la familia, por
lo que ha de ser considerada el espacio fundamental para el desarrollo integral
de cada persona.
De allí que, la
familia ejerce
un papel de primer orden en el desarrollo integral del niño, niña y adolescente,
por lo que su compromiso es el de orientar las primeras experiencias intelectuales,
emocionales y sociales tendentes a sentar las bases para el desempeño de su
vida adulta. Con ello, queda asentado, que el equilibrio emocional de cualquier
niño, niña dependerá de cómo se hayan ocupado afectivamente de él o de ella durante sus primeros años de vida, un ambiente familiar con actitudes
socioculturales deprimidas puede privar al niño o niña de
los estímulos necesarios que permitirán el desarrollo de su personalidad,
inteligencia y socialización, lo cual posteriormente, podría traducirse por
ejemplo, en bajo rendimiento escolar o alguna patología social.
Por tanto, es a la familia a quien se le atribuye gran importancia en la formación de la persona tanto en lo social como en lo político y lo económico; como institución primaria que es, ejerce poderosa influencia en la personalidad de sus miembros y consecuentemente de los grupos sociales. Es el primer instrumento de socialización del ser humano y el más significativo elemento de conservación de las riquezas culturales, morales y jurídicas, que son transmitidas de unas a otras generaciones.
Susana Muñoz
susanamc1974@gmail.com